domingo, 6 de noviembre de 2011
Caballito de Mar
Ilustración de
Peces de mar y de río, tomo 3, pág. 67
Roberto Lotina y Mario Hormaechea
El Caballito de mar, siempre parece querer recordarnos algo simpático, alegre, juvenil. No se le asocia como alimento ni se nos antoja comestible. A pesar de que, en este planeta, por uno u otro motivo, pocas cosas se salvan de nuestra voracidad, caballitos incluidos. Podéis comprobarlo PINCHANDO AQUÍ.
Gracias al periódico La Verdad, que publicó hace unos días el interesante reportaje "Estás en tu casa, caballito", descubrí la labor que se realiza para salvar a estos caballitos, que habitan en el Mar Menor.
Asombra también, conocer, por ejemplo, que existe la Asociación HIPPOCAMPUS dedicada al estudio y conservación del Mar Menor en general y del caballito de mar en particular.
Y como vamos por buen camino, hemos localizado también una revista en PDF, ORCINUS 2, publicada por www.kete.es, que incluye un reportaje titulado Proyecto Hippocampus, que podéis leer pinchando AQUI, y cuando aparezca el caballito, solo tenéis que bajar hasta la página 23.
Me alegra saber que este pequeño pez, seguirá reproduciéndose en el Mar Menor y, el día de mañana, podremos -si no más cosas- inventarles historias a nuestros nietos, con el caballito nadador que se pasea suavemente por las aguas como protagonista. ¿Sabéis alguna historia con un caballito de mar?. Me encantaría leerla.
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Uy qué asquito me ha dado Sebastián, el paseo por el enlace que nos has dejado. Efectivamente parece que nos lo comemos todo. Por fortuna el caballito estará a salvo por nuestra zona, es un alivio saberlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amiga Viena:
ResponderEliminarJusto después de colgar la entrada en el blog, le comenté a mi esposa lo del caballito de mar y me recordó que Lidia
ya hizo una canción con el tema, “Ocho caballitos de mar”, cuando leyó en la prensa, hace unos años, que solo quedaban ocho.
Como puedes ver, toda la familia se interesa por estos pececillos, precisamente porque están –estaban- en peligro de extinción.
Un saludo,
Sebastián Damunt