Morena
Hace unos días entré en el frigorífico y descubrí un cubo que parecía sacado de una película de Indiana Jones. 
¡Parecía el pozo de las serpientes!, pero claro, eran morenas recién pescadas. Las usamos para preparar los caldos de pescado que finalmente conseguirán unos arroces extraordinarios.
Todos sabemos que son temibles por sus mordeduras, por lo que se nos quitan hasta las ganas de probar su carne, pues, según cuentan, tiene su interés.
En el LAROUSSE gastronomique en español, leemos:
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Los romanos la apreciaban especialmente, y la criaban en viveros. En Francia, hoy en día sólo se encuentra en ciertos mercados del sur del país. Se come fría con alioli. Participa en la preparación de la bullabesa y puede recibir las preparaciones de la anguila.
Foto del Larouss Gastronómico
Y en el Larousse Gastronómico, Vol. 6,:
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Lúculo, el gran gastrónomo, mandó construir un canal a través de las montañas para llevar agua del mar al estanque donde criaba sus morenas. Siglos después, Enrique I de Inglaterra murió, al parecer, de una indigestión de morenas.
Durante le Renacimiento, fueron muy apreciadas por los gastrónomos. Hoy, en cambio, apenas se pesca y se come la morena, exceptuando las islas Baleares, donde se hacen con ellas unas suculentas calderetas.
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